Este sábado hicimos varios Maldans el Sprint de Lekeitio. Muy bien, todos rendimos a nuestro nivel, muy buen ambiente antes y después, me tuvieron que ayudar con la logística porque se me olvidaban las cosas… en fin, sigo aprendiendo y cada vez disfruto más, que es lo importante.
Pero no es de esto de lo que os quiero hablar. En mi primer artículo, daba las gracias a este deporte por permitirme hacer cosas con 41 años que no pensaba que pudiera hacer. Pues bien, después de Lekeitio, quiero dar gracias por ver cosas que no pensaba ver y que demuestran que las personas no tenemos límites si nos lo proponemos de verdad.
Iba yo en bici, subiendo por primera vez Milloy, cuando veo delante de mí a una chica que pedalea sólo con la pierna derecha. Según la voy adelantando, me doy cuenta que la pierna izquierda la lleva fija con una prótesis y que tiene adaptada la transmisión para pedalear sólo con la derecha. Me impresionó bastante, recuerdo que le animé, pero como la bici requiere de mi un nivel de atención bastante alto (todavía soy un poco torpe con la bici), no volví a pensar en ella… hasta que la vi corriendo.
A punto de terminar el tramo de carrera, bajando las cuestas de Lekeitio hacia el puerto, cuando ya entras en la zona de casas, veo que sube corriendo con muletas, y entonces se me cayeron las pestañas del susto. Yo iba por aquel entonces algo deshidratado (hice la bici sin llevar bidón para bebida) y estaba deseando llegar, pero cuando vi cómo ella iba con las muletas subiendo las cuestas, pensé que estaba viendo algo sobrehumano. Recuerdo que vi que en el maillot tenía su nombre escrito: Rakel.
En meta, después de beberme 2 aquarius, un botellín de agua y varias rodajas de naranja, mientras comentábamos la prueba, oigo una ovación y veo que Rakel está entrando en meta entre los aplausos del público. Impresionante, es de los momentos que se quedan grabados para siempre. Una sonrisa de oreja a oreja, totalmente congestionada por el esfuerzo, balanceando las muletas con una cadencia perfecta y con una fuerza increíble. Llegó a meta, lo celebró, y siguió caminando con sus muletas entre la ovación del público.
Cuando llegué a meta, recuerdo que me sentí muy bien, agradecido, satisfecho, exhausto.
No puedo ni imaginarme cómo tiene que sentirse Rakel cada vez que rompe los límites de lo físicamente tolerable y llega a meta tras hacer algo que para el resto de los mortales es casi imposible.
Este deporte es la hostia.
Como evidentemente no puedo publicar fotos suyas, os dejo el enlace a una entrevista que le hicieron hace unas semanas. Es de Mungia, cerquita de donde trabajo, espero verla algún otro día entrenando o compitiendo.
Enlace a entrevista a Rakel Mateo
Seguiremos disfrutando
Aitor

