Este año me hacía mucha ilusión participar en el triatlón de mi ciudad, con la familia, un montón de amigos y gente conocida animando. ¿Cómo no voy a correr un Ironman en Vitoria, si más cerca no me lo pueden poner?. Ya tuve intención de hacerlo el año pasado pero no pudo ser, porque el año me fue de culo.
No había entrenado lo suficiente (sobre todo la carrera a pie), y lo sabía, pero me propuse acabarlo “por cojones”. Seguramente el triatlón que más me ha costado acabar (que no en el que más he sufrido), pero también uno de los que mejor recuerdo me han dejado. Muchas gracias a todos por los ánimos: la verdad es que saber que en no sé qué punto del recorrido estaba no sé quién animaba a seguir.
Ya ha pasado un tiempo de esto y he tenido todo el verano y las vacaciones para afianzarme en algo que ya tenía claro antes de la salida: este va a ser el último.
Han sido muchos años practicando este deporte y me lo he pasado realmente bien, aunque he de reconocer que en los últimos tiempos he “forzado” un poco, porque las pruebas estaban dejando de llamarme: demasiada gente, demasiadas listas de espera en las pruebas, demasiada infraestructura para mi gusto, demasiado flipau, demasiado de todo…menos HUMILDAD.
Será que me estoy haciendo mayor y cascarrabias, será que este deporte ha perdido el “romanticismo” de los primeros años (si es que soy un romanticón, jajaja), será que he pasado con el tiempo de estar en el primer cuarto de la clasificaciones a estar en el último (y eso que, como dice Suso, no somos competitivos), será que me he cansado de que me den el palo por las inscripciones a pruebas en las que luego no tengo retorno por parte de la organización, será lo que sea, pero el caso es que no tengo ya ganas de volver a «entrenar». Demasiada preparación y dedicación los meses previos que no me compensan.
Nunca se sabe y la cabra siempre tira al monte, pero en este momento, eso es lo que me pide el cuerpo y la cabeza. He hecho deporte durante toda mi vida y eso no creo que cambie: me encanta nadar, andar en bici y correr, pero también me gusta hacer otras cosas que últimamente he dejado un poco de lado, porque como muchos sabéis, con familia, trabajo y triatlón no se tiene tiempo para mucho más.
Agradecer el apoyo recibido de mi mujer y mis hijos, que han estado en todo esto siempre sin poner nunca una mala cara ni un mal gesto, aunque yo mismo reconozco que más de una vez me lo he merecido. Me quedo con la satisfacción de haberles inoculado el deporte desde pequeños, que lo han visto siempre en casa y eso quieras o no, les dejará un poso.
Y por último, agradecer a los Maldan Gora su acogida en este gran grupo de amigos como a uno más. Sois cojonudos. Nos vemos en San Maldan.

